Un Metro llamado Deseo (Segunda parte)
Un Metro es un poderoso símbolo: modernidad, orden, rapidez, prestigio. Con eso ha jugado Lourdes Flores al lanzar la promesa de su construcción: “Lima se merece un Metro”. Además de la necesidad de ganar las elecciones y los lobbies de rigor, poco justifica su construcción. No es un tema de merecimiento, la discusión es sobre prioridades y factibilidad.
Tampoco es el único símbolo posible. Es también un subterráneo, algo enterrado. La negación de arriba, de la ciudad cotidiana. Es tanto la construcción de una urbe alternativa, como la negación de la existente.
Desde el punto de vista social, es la máxima expresión de la industria terrestre. El súmmum de la segregación, movimiento puro, el fin del entorno: no hay calles, cruces, gente pasando, sólo hay estaciones. El “tubo” como lo llaman en Londres.
Dejando de lado la simbología del Metro, está la realidad de la ciudad y su transporte. En ese ámbito el Metro es un salto hacia adelante, del presente caótico e inseguro a un mundo casi virtual. Pero ese salto necesita cumplir etapas y una agenda mínima.
Evaluar primero
Debido a que todavía son proyectos inconclusos, ni el tren eléctrico ni el Metropolitano han sido evaluados. Una vez en ejecución, se podrá conocer los costos y el impacto real de estos proyectos y también el estado de la reforma del transporte urbano. Insistimos: no hay Metro posible sin reforma primero. Es una condición necesaria. Esta evaluación nos permitirá saber si es suficiente lo que tenemos. Hay que alejarnos de la costumbre de hacer cosas a medias.
Articular después
La reforma del transporte existente debe ordenar, sincerar costos y articular. Si bien es cierto es una operación privada, su fin es público, de servicio. Eso implica que la mejora de empresas y rutas deben articularse en un transporte integrado, cuyo centro sean los usuarios.
Completar el Metropolitano
Los fondos de la MML sólo alcanzan para completar un segundo eje de El Metropolitano, que deberá ser el que va desde Ate hasta el Callao. Esto potenciará el eje existente (N-S) en la medida que el pasajero podrá hacer una “L” (sur-norte- este, por ejemplo) lo que incrementará el número de viajes por el efecto sinérgico y permitirá también que una fracción de automovilistas se pasen al transporte público. Ayudará a vertebrar la ciudad.
La seguridad
Un tema casi olvidado en esta campaña ha sido la seguridad, muy mencionado como problema y casi nunca como propuesta. Hay poca investigación local y se necesita rediseño de calles bajo criterios de seguridad.
Los otros usuarios
El reordenamiento del transporte debe abrir espacio para que los peatones y ciclistas tengan mejores condiciones. Para hacer ciudadanía en el transporte.
No sólo hay que atacar “la congestión”. Se necesita construir espacios seguros, directos y amables para todos los ciudadanos. Los recursos deben ir a resolver con lo que tenemos.
Los peatones siguen siendo la mayoría de las víctimas. Estigmatizarlos y penalizarnos no servirá para mejorar la situación. “hacer ciclovías” no es suficiente. La verdadera tarea pendiente es transformar el espacio urbano e incorporar a peatones y ciclistas en la planificación y gestión urbana. Una ciudad para todos.
El 3 de octubre sabremos si tenemos una nueva oportunidad.
Carlos Cordero Velásquez